“Hay rimas que se reinventan bajo los mismos
sombreros”, dijo Joaquín Sabina para empezar el concierto del viernes pasado. Un
coliseo prácticamente lleno lo recibió en el último evento
de la gira 500 noches para una crisis en Latinoamérica.
Los acordes de Ahora qué iniciaron y la velada también,
diversas ilustraciones- un tanto sugestivas y provocativas- hechas por el
cantautor se proyectaron en la pantalla principal. Aunque el las considera unos
cuantos garabatos.
Vestido de azul, elegante y su
infaltable bombín se habían tomado el escenario; también un bastón que le
ayudaba a mantener el equilibrio luego de una caída sufrida en México. “Me dijo
el médico que guardara reposo, pero queríamos cantar en Quito carajo”, dijo
efusivamente. El público por su parte llevaba camisetas negras con la firma
estampada del artista, así como sus sombreros característicos. La cita se había
concretado.
El pretexto de la gira fue el
décimo quinto aniversario del álbum 19
días y 500 noches y su necesidad de escapar de la crisis española, de disfrutar
la calidez y alegría latinoamericana, al menos eso contó en ciertas pausas. Este
álbum - considerado uno de los más intimistas- tiene ritmos como rumba, balada,
rap, rock, milonga y ranchera. Así como un homenaje a Chavela Vargas.
Por supuesto no podía faltar el
tema que le dio nombre al duodécimo disco original del español, la gente se
paró sobre sus asientos, mientras las luces de los móviles atildaron la noche.
Una canción para Magdalena, que tiene el toque musical de Pablo
Milanés, seguida por A mis 40 y 10, Donde Habita el Olvido y Peces de Ciudad siguieron en el
repertorio. Su cercanía con los músicos que lo acompañan siempre, le hace
considerarlos familia y tan dueños de sus canciones como él.
“Llevo 500 noches de estar
celebrando la impúdica belleza de estar triste”, dijo antes de iniciar Cerrado por derribo, que además tiene
otra versión posterior con el nombre de Nos
sobran los motivos. El boulevar de los sueños rotos y Más de cien mentiras evocaron las nostalgias de muchos de los
presentes, mientras en un descuido ‘El Flaco’ viste un nuevo bombín, ahora
blanco.
Noches de boda- en el que se presentaron algunas fotos de Chavela
Vargas-, Nos dieron las diez, Conductores Suicidas les siguieron y
mantuvieron la contundencia del espectáculo. 21 temas en total lograron un
repertorio cargado de emociones. La voz de Mara Barros inició con La canción de las noches perdidas con
implacable ejecución y sensualidad, para pasar al icónico tema Y sin
embargo.
Pastillas para no soñar puso el toque rockero a la velada, haciendo
que la energía del coliseo desbordara luego del elevado romanticismo de Contigo.
Siempre agradecido con su
público, Joaquín Sabina se despidió del país en el que “se siente como en casa”.
Texto: Daniela Moina Armas
Fotos: Cortesía
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