domingo, 7 de junio de 2015

El Rumiñahui se vistió de bombín para recibir a Sabina







 “Hay rimas que se reinventan bajo los mismos sombreros”, dijo Joaquín Sabina para empezar el concierto del viernes pasado. Un coliseo prácticamente lleno lo recibió en el último evento  de la gira 500 noches para una crisis en Latinoamérica.
Los acordes de Ahora qué iniciaron y la velada también, diversas ilustraciones- un tanto sugestivas y provocativas- hechas por el cantautor se proyectaron en la pantalla principal. Aunque el las considera unos cuantos garabatos.

Vestido de azul, elegante y su infaltable bombín se habían tomado el escenario; también un bastón que le ayudaba a mantener el equilibrio luego de una caída sufrida en México. “Me dijo el médico que guardara reposo, pero queríamos cantar en Quito carajo”, dijo efusivamente. El público por su parte llevaba camisetas negras con la firma estampada del artista, así como sus sombreros característicos. La cita se había concretado.

El pretexto de la gira fue el décimo quinto aniversario del álbum 19 días y 500 noches y su necesidad de escapar de la crisis española, de disfrutar la calidez y alegría latinoamericana, al menos eso contó en ciertas pausas. Este álbum - considerado uno de los más intimistas- tiene ritmos como rumba, balada, rap, rock, milonga y ranchera. Así como un homenaje a Chavela Vargas.

Por supuesto no podía faltar el tema que le dio nombre al duodécimo disco original del español, la gente se paró sobre sus asientos, mientras las luces de los móviles atildaron la noche.
Una canción para Magdalena, que tiene el toque musical de Pablo Milanés, seguida por A mis 40 y 10,  Donde Habita el Olvido y Peces de Ciudad siguieron en el repertorio. Su cercanía con los músicos que lo acompañan siempre, le hace considerarlos familia y tan dueños de sus canciones como él.

“Llevo 500 noches de estar celebrando la impúdica belleza de estar triste”, dijo antes de iniciar Cerrado por derribo, que además tiene otra versión posterior con el nombre de Nos sobran los motivos. El boulevar de los sueños rotos y Más de cien mentiras evocaron las nostalgias de muchos de los presentes, mientras en un descuido ‘El Flaco’ viste un nuevo bombín, ahora blanco.

Noches de boda- en el que se presentaron algunas fotos de Chavela Vargas-, Nos dieron las diez, Conductores Suicidas les siguieron y mantuvieron la contundencia del espectáculo. 21 temas en total lograron un repertorio cargado de emociones. La voz de Mara Barros inició con La canción de las noches perdidas con implacable ejecución y sensualidad, para pasar al icónico tema  Y sin embargo.
Pastillas para no soñar puso el toque rockero a la velada, haciendo que la energía del coliseo desbordara luego del elevado  romanticismo de Contigo.

Siempre agradecido con su público, Joaquín Sabina se despidió del país en el que “se siente como en casa”.



Texto: Daniela Moina Armas
Fotos: Cortesía

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