Un análisis del público que se
bautiza como fanático de la banda británica
“Más
altibajos son imposibles. Desde que la separación de los Beatles, la
carrera de Paul McCartney ha sido como una montaña rusa llena de
momentos cumbre y depresiones musicales que parecían insuperables.
Pero McCartney, casi siempre menospreciado y malinterpretado, ha
sobrevivido a todo”.
La
era 'Beatle' comprendida entre 1957 y 1964, tiene más cosas que contar
que la fama alcanzada. Cuatro perfectos desconocidos convertidos en
héroes y poetas, que reflejaron el espíritu de su tiempo. La
historia de Quarrymen, más adelante The Beatles, se convirtió en
leyenda, los entendidos en el tema afirman que el hecho de que estos
cuatro muchachos- en ese entonces- fue una verdadera suerte, sobre
todo por la época en la que se desarrolló su carrera musical.
Según
Arturo Andrade, etno musicólogo y músico académico: la música
antes de que aparecieran los 'Cuatro de Liverpool', era una mala
copia del rock norteamericano.
Los
Beatles se incorporan al movimiento hippie acompañando a los jóvenes
con composiciones de temas que convirtieron en himnos que
identificaban a todos aquellos que se pronunciaban acordes a la causa
de 'paz y amor', un ejemplo de ello el tema All You Need Is
Love(Todo lo que necesitas es amor).
El
cuarteto conformado por John Winston Lennon (1940-1980), como
guitarra rítmica; Richard Starkey (1940), más conocido con el
nombre de Ringo Star en la batería; James Paul McCartney (1942),
como bajista; y George Harrison (1943-2001), como guitarra solista;
tenía ciertas particularidades según Andrade:
John
por ejemplo no sabía afinar la guitarra, por lo que sus compañeros
debían hacerlo por él. La entrada de George se dio porque los
músicos no tenían lugar para ensayar y la madre de este, ayudó con
el espacio necesario.
Para
Andrade, el inicio de la banda con covers de estrellas como Elvis
Presley, Chuck Berry, Little Richard, Carl Perkins, Fats Domino, fue
el elemento primordial para ganarse al público. Los
temas tenían un sonido muy sencillo pero ingenioso, compuestas en
tonalidad mayor pero modulando siempre por menores, esos arreglos los
fueron forjando de a poco..
La
música de estos cuatro genios sigue siendo la misma, es original
pero el público si ha cambiado.
“Ya
no estamos en el final de una posguerra mundial, ya no podemos ser
sus originales fans histéricos y maniáticos”.
La
histeria actual de los fanáticos es distinta, sobre todo debido al
salto tecnológico que se ha desarrollado en las últimas décadas.
Pero a la vista de este músico no existe un progreso en el consumo
cultural.
“Algunos
no pagarían una entrada para ensordecerse con los gritos de miles de
personas, sin poder escuchar ni siquiera una canción del grupo
musical más genial del siglo pasado. Sin embargo, somos hijos
herederos del capitalismo, lo que nos llama al estatus. Yo pago una
entrada (la más cara) para que el resto lo sepa”.
El
fenómeno Beatles de los que se deriva el de Paul McCartney, es de
aquellos que marcan un antes y un después en la conducta social. En
este sentido, Andrade define a este fenómeno como una enfermedad
cultural, determinada por una nostalgia que evita el análisis
riguroso y serio de la música.
“No
me refiero a la nostalgia por la beatlemanía, ni a la certeza de no
poder disfrutar ya nunca más de nuevas canciones de Lennon y
McCartney, sino al auténtico fenómeno improbable que deberíamos de
analizar: el hecho de que, en la actualidad, otros cuatro
encantadores muchachos de clase obrera representaran un ejemplo, de
magnitud antes impensable, de la trágica destrucción de la
verdadera cultura popular, precisamente la obrera, pervertida por la
mercantilización de sus cualidades”, asevera.
De
este modo una de sus conclusiones es que el modo de producción
capitalista facilitó la difusión y alcance improbables de la
música, desvalorizando hasta cierto punto la naturalidad y
espontaneidad de las clases obreras, quienes no son dueñas ni del
producto final, ni de las posibilidades de acceder a él.
“El
capitalismo se ha robado algo más valioso que el futuro o el pasado,
nos ha robado el presente. Nuestro yesterday ya no es el que compuso
Sir Paul McCartney. La fanaticada de los años 60 murió de la mano
de sus propios responsables, y murió dos veces, primero, con la
firme decisión de no dar más conciertos, y finalmente, porque no
fueron capaces de escribir una canción titulada Don’t let it be”,
opina Andrade, quien además asegura que el consumo de la cultura va más allá
de llenar estadios para ver a un artista.
Así
mismo se reafirma en su posición de que 'los hijos de los 60' están
inmersos en un vasto campo de la semiótica popular, en la que
tendrían una mirada superficial de sus ídolos.
“Nos
basta para deprimirnos y lamentar una suerte de implacable
destino”dice, refiriéndose a los cambios de imagen, especialmente
a partir de 1966 y del álbum Revolver, que no estaban únicamente
vinculados con el abuso de las drogas, con la psicodelia o el
movimiento hippy, sino, sobre todo, con un precipitado
envejecimiento.
Sin
embargo los define como unos soñadores...
El
músico define a los Beatles como un hito dentro
de la historia de la música, sin embargo serán muy pocos los
verdaderos seguidores, puesto que la genialidad va más allá de los
escenarios. En este punto los británicos lograron canciones de
estudio difíciles de reproducir, ya que con el paso de los años y
su maduración como personas y como artistas les permitió dar rienda
suelta a una imaginación que pocos pudieron entender.
“Su
filosofía fue el espejo de un optimismo, que ha veces ha caído en
el infantilismo. El estilo de vida que propiciaron en sus canciones
(dejando de lado a las que se refirieran a asuntos sentimentales o
algún motivo en especial) se basó en dos coordenadas fundamentales:
La solución de todo está en el interior de cada uno. Todo se
consigue con amor. Un tercer eje secundario sería: nuestros amigos
siempre han de ayudarnos”.
Texto: Daniela Moina Armas
Texto: Daniela Moina Armas
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