martes, 7 de octubre de 2014

El 'Aeternum' de los siete cómplices sobre el escenario

Los Vivancos incluyen diversas técnicas dentro de su propuesta de flamenco fusión en la compañía que iniciaron en 2007

El público- en su mayoría femenino- deliró con algunas escenas del 'Aeternum', sobre todo en las que la sincronía y la destreza se hicieron presentes. La obra compuesta por siete actos combinó ballet, flamenco, danza contemporánea y artes marciales. Sin embargo- sin negar el virtuosismo de los intérpretes- hubo partes que bien pudieron prescindirse.
Todo inició con una imagen fantasmagórica: siete almas aparecieron en un claroscuro azulado. De repente uno de los hermanos despareció casi sin notarse – es que casi siempre había la necesidad de contarlos sobre el escenario- . Un solo a continuación, era Cristo con un abrigo decorado como un vestido de flamenco fucsia, el manejo de la falda mientras zapateaba se ganó cientos de aplausos. Tres ánimas le acecharon y se enfrentaron en un juego de movimientos casi perfectos giros, pasés, grand jetés y saltos demostraron los años de preparación dentro del ballet de los hermanos. Finalmente la lucha culmina en la conversión del bailarín en un demonio más.

Más adelante dos de los hermanos representan la dualidad humana, la música ya un poco alejada del flamenco y ausente de voces, se tornó más tribal. El sonido de los tambores de asemejaban a los latidos del corazón que se aceleraba y se calmaba. Un juego sonoro que acompañó- como en casi toda la obra- los sincronizados movimientos de pies. De nuevo la lucha, las luces rojas daban impresión de que se cometía una masacre, la sangre del bailarín negro ya corría sobre el escenario.

La oscuridad de la escenografía ayudaba a los cambios de vestuario y colocación de indumentarias- casi nadie se dio cuenta cuando salían y volvían a entrar a escena-.

De nuevo los 7 en los efectos de penumbra, las luces se prendían en sus muñecas mientras hacían sonar las castañuelas en sus manos. La imagen era de un cuerpo sincronizado, con 14 manos y 14 pies expandiéndose y contrayéndose al ritmo de los latidos y las respiraciones que de alguna forma se sentían como una unidad.

Los ánimos se calman un poco, un violín ejecutado limpiamente convierte el lugar en algo apacible y tranquilo, así mismo con la flauta traversa y el violoncello. La gente quedó boquiabierta cuando uno de ellos entonó este instrumento mientras sus piernas se colocaron en segunda posición a metro y medio del piso. Es que el espectáculo resultó un vaivén de emociones con momentos en los que no se necesitó de una banda sonora, el zapateo sobre el cajón y la demostración de porqué son los dueños del récord guiness, determinó el ritmo de los 90 minutos del show.

La complicidad y la confianza entre 'Los Vivancos' se pudo evidenciar cuando ejecutaron las frases dancísticas con los ojos vendados. De vez en vez tenían la necesidad de tocarse- por cuestiones del espacio- pero las figuras se dispusieron sincronizadamente en el escenario.
Allí mismo una estructura de metal fue un elemento primordial para el clímax del espectáculo: los siete zapateando de cabeza sostenidos por un par de correas, los aplausos y gritos llovieron a su favor.


Al final los torsos desnudos y un poco de coquetería terminaron por subir la temperatura en los ánimos de los presentes, sobre todo cuando se bajaron para tomarse algunas fotos y entregar un poco de besos.

Texto: Daniela Moina Armas
Foto: Fernando Sandoval

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