Al cabo de casi dos años de que la Ley de
Comunicación se aprobó, las percepciones varían en que si ha funcionado o no,
sobre todo en la difusión de la producción nacional. El Art. 103 de la Ley que
especifica que “la música producida, compuesta o ejecutada en Ecuador deberá
representar al menos el 50% de los contenidos musicales emitidos”. Este 50% es
un proceso paulatino: el primer año se establece que el 25% del espacio radial
esté ocupado por la producción ecuatoriana, así al segundo año el 35% y para el
2015 el total.
Así mismo dentro de su sección VI el artículo 97
establece que los medios de comunicación audiovisual, cuya señal es de origen
nacional, destinarán de manera progresiva al menos el 60% de su programación
diaria en el horario apto para todo público, a la difusión de contenidos de
producción nacional. Este contenido de origen nacional deberá incluir al menos
un 10% de producción nacional independiente, calculado en función de la
programación total diaria del medio”.
La normativa desde su concepción se presentó como
una protección de la producción nacional y la creciente industria del cine
frente a un mercado extranjero cada vez más competitivo. Sin embargo para
algunos normar lo que la gente escucha y mira es una forma forzada de cambiar las
cosas, una forma paternalista de querer cambiarlas desde la imposición.
No obstante según Hernán Reyes, vocal del Consejo
de Regulación y Desarrollo de la Información y Comunicación, “es mejor cambiar
desde las normas que cambiar la mentalidad de la gente”, si bien es cierto la
oferta de producción nacional ha aumentado significativamente, por otro lado es
el público el que aún no confía en los artistas y realizadores nacionales.
Frente a esto se ha detectado un problema común
en todo este proceso de 'hacer éxitos' las canciones producidas en el país: la
falta de una industria musical. Es decir que los artistas por más talentosos
que sean no tienen las herramientas necesarias para seguir con el proceso
necesario de producción y promoción.
Quizá esta realidad no se vaya tan lejos, pero es
claro que los nichos de producción están en ciudades como Quito y Guayaquil,
por lo que muchos deben trasladarse para buscar- desde esta trinchera- mejores
oportunidades.
Por su parte Gustavo Pacheco, guitarrista del grupo
Boddega, recordó en una entrevista que para grabar el primer disco del grupo
tuvieron que idear una estrategia que consistió en invitar a su casa a Efrén
Avilés, 'el duro' de la discográfica Ifesa, y una vez allí, prácticamente,
obligarle a que escuche todas las canciones que los miembros del grupo habían
escrito hasta ese momento. Avilés, que tenía un oído musical fabuloso y apenas
escuchó 'El hombre sin cabeza', la escogió, grabó el disco y se encargó que las
radios lo pasaran.
Después de la aprobación y publicación de la Ley,
se creó la superintendencia de compañías quien se encarga del monitoreo de los
medios impresos, televisivos, radiales y de las páginas web de los medios de
comunicación a través de una empresa privada especializada.
Pero, según la ley, a qué se considera música
nacional. Es básicamente, un producto hecho en Ecuador, enfatiza Hermes
Campoverde. Una música compuesta, escrita, interpretada, grabada por
ecuatorianos. Pero la ley también incluye el trabajo musical hecho por un
ciudadano extranjero, que viva en el Ecuador, siempre y cuando hay sido
realizado en el país. De igual manera, los covers grabados en el país por
ecuatorianos, se consideran parte de la producción nacional, señala.
Troy Alvarado, presidente de Sayce (Sociedad de
artistas y compositores del Ecuador), responde que ellos consideran que el 1 x
1 es una medida de inclusión. Sin embargo, creen que si no se trata a la
producción musical como una industria del entretenimiento, al igual que en
otros países, ese 50%, terminará por hacer quedar mal a los artistas
ecuatorianos. “Cómo vamos a enfrentarnos con ese otro 50% internacional que
tienen producciones que fácilmente sobrepasan el millón de dólares, frente a la
inversión nuestra que, en el mejor de los casos, llega a los 100 mil dólares”
aclaró.
Las
alternativas desde el gobierno
Según Hernán Reyes, desde la
Cordicom se explora la necesidad de crear, en conjunto con el Ministerio de
Cultura, un catálogo de la oferta
musical en la que figuren los temas de los artistas y un perfil.
“Entidades como la Supercom
trabajan en conjunto con la Sayce por ejemplo, pero hay que estar conscientes
que no todos los artistas están afiliados, por lo tanto hay que ampliar el
espectro”, sostiene.
Este proyecto se concretaría en
2015, previo al que se realizará una convocatoria a todos los oferentes de
música nacional. Asimismo el funcionario enfatiza en que entidades como el
Ministerio de Cultura son las encargadas del fomento a las nuevas propuestas,
con herramientas como los fondos concursables.
Por otro lado el Consejo Nacional
de Cinematografía también entrega fondos cada semestre, proceso en el que se
realiza una convocatoria. Esta queda abierta durante un mes y medio para que
los realizadores tengan la posibilidad de presentar sus proyectos.
“Los interesados hacen su
postulación en línea, cumple con todos los requisitos y entra al concurso”,
comenta Adriana Tamariz, directora técnica del CnCine.
La funcionaria resaltó que desde
2006, esta institución apoyó 336 proyectos con un presupuesto que ha ido
aumentando cada año. Una media de $700 mil se usaron en 2006, de ahí hasta 2012
con alrededor de $800 mil, y en 2014, según Tamariz, se manejaron $2 millones.
Sin embargo también hay que
idearse estrategias para que el público sostenga las producciones con su
asistencia a las salas de cine, puesto que estamos frente a una problemática
latente: las producciones han aumentado, pero no por ello ha aumentado el
público.
Es por eso los talleres
realizados bajo la dirección del Consejo ‘Flacso Cine’ se ven como alternativas
para socializar los procesos de producción y aumentar las audiencias.
“Queremos que las salas de cine
se mantengan, porque ya hay una profesionalización de la gente que hace cine.
Pero el camino es aún largo”, afirma Tamariz.
Los procesos han empezado y
aunque desde la norma se pueda ver como una imposición, al menos es un paso
hacia la mejora de las producciones tanto de cine, productos audiovisuales y
musicales en los que se refleja el talento nacional, pero que necesita apoyo de
sus mismos compatriotas.
*Este texto fue escrito en octubre de 2014, por lo que ciertas cifras podrían variar.
Texto: Daniela Moina
Foto: Internet
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